Mérida, 3 de Octubre de 2010 (Domingo)
Hola, cosita preciosa de alma bella. Siento mucho haberme marchado de forma tan precipitada pero es que había pasado una tormenta sentimental por la noche y no había dormido nada. Necesitaba tomar distancia para ver las consecuencias de la catástrofe con más perspectiva y serenidad. En cierto modo, sentía que ocupaba un espacio que, en ese momento, no me pertenecía.
También lamento mucho tus lágrimas de despedida, no me gusta verte llorar atribuyéndote responsabilidades que yo no las he percibido como tal.
Con este e-mail-carta sólo pretendo resumirte mi estado afectivo actual para que comprendas como me encuentro y obres según te dicte tu juicio y corazón.
Quizás te reproches que me hiciste viajar a Madrid sin sentido, que me has utilizado para aclarar tus sentimientos y que me has podido hacer daño pudiéndolo evitar. Si es así, te equivocas, sucedió lo que tuvo que pasar y así está bien. Para mi, el viaje no ha sido en vano y, sin duda, he comprendido, a partir de las experiencias vividas, lo mucho y hondo que te quería, el fondo de la madriguera (de mi enamoramiento) era más profundo de lo que yo intuía. ¡Eso ha sido un verdadero descubrimiento…!
A lo mejor piensas que soy un cobarde por no luchar por ti, pero tampoco lo veo así. Nos encontramos en el Pirineo como almas libres, construimos una amistad y surgió una pasión que cada uno ha vivido y asimilado según sus circunstancias vitales les han permitido. Por mi parte, sólo quería seguir disfrutando y ahondando en ese sentimiento que me parecía noble y enriquecedor. Por eso te escribí tantos mensajes, hablé tantas horas por teléfono contigo y me acerqué a Madrid para seguir conociéndote. He creído y creado una realidad en mi mundo interior que me hacía sentir feliz y pensaba y quería creer que a ti también.
Por supuesto que, a veces, me asaltaba la duda: por la distancia que nos separaba, por el desconocimiento de tus sentimientos verdaderos; por la indefinición del tipo de relación, etc… Pero, aún así, sigo creyendo en ella y no voy a renunciar ni como amigo y, si se diese la oportunidad en un futuro, como amante. Ahora te voy a dejar tu espacio para que vueles , como alma libre, en compañía de otras almas libres y seas lo más feliz que puedas y aprendas lo que tengas que aprender de cada relación. Por mi parte, voy a seguir cultivando esta preciosa amistad enamorada que tu y yo iremos abonando según nos permitan la circunstancia y los sentimientos. No voy a cerrar ninguna puerta, al contrario, mis sentimientos me dicen que pinte un arcoíris de intensos colores que puedas divisar fácilmente y nos permita encontrarnos con el corazón más elevado en otro punto de un futuro no muy lejano.
También quiero que sepas que voy a estar ahí, callado, feliz, paciente y expectante para ayudarte, confortarte, animarte o aconsejarte, etc… si tu lo estimas necesario, pero, por favor mantenme alejado de tus relaciones sentimentales que aún me siento sensiblemente afectado y, en cierto modo, me generan una envidia sana con la que todavía no soy capaz de convivir. Además, debo ser respetuoso contigo y con la otra persona.
En cuanto a los sollozos del madaleno extremeño, no te preocupes. Jamás fueron de odio, rabia, rencor, incomprensión, ofuscación ni sufrimiento. Al contrario, hacerlo delante de ti me reconfortó muchísimo porque pude expresar casi todo lo que sentía aunque, en muchas, ocasiones no entendieses nada debido al cansancio y a mi incomprensible y deficitaria dicción. Te puedo decir que me pareció valiente tu actitud de sincerarte y mucho más que te prestases a consolarme. Esa actitud tan empática te la agradeceré eternamente. Ahora pienso qué difícil debió resultar para ti estar ahí escuchando mis lamentos y lloriqueos, sintiéndote, en cierto modo, culpable de ellos. Aún hoy, cuando nadie me ve y a escondidas, sigo lagrimeando cuando te recuerdo pero lo hago esbozando una sonrisa y recordando todos los momentos mágicos que hemos pasado juntos. Precisamente eso es lo que me hace llorar: el apego a esos sentimientos, el no querer renunciar a ellos, la nostalgia, la añoranza, el desencanto por no poder disfrutar de: el soniquete de tu risa verdadera, las múltiples muecas que haces cuando te expresas, la melodía y timbre de tu voz, el suave tacto de tu piel, tu forma de pedir perdón, tu idiosincrasia alegre de vivir, la cálida excitación de tu cueva del amor, y mil cosas más que podría nombrar; en fin, comprender que se ha finalizado una etapa que me estaba haciendo enormemente feliz, siempre resulta algo difícil de aceptar… De todas formas, esos preciosos tesoros siempre van a estar ahí para quien los quiera descubrir y, si tu quieres, disfrutarlos. Sea como sea, esas emociones son una invención mía en la que tu sólo has contribuido y añadido cosas positivas. En todo eso, tu no eres culpable de nada, más al contrario, has sembrado una semilla que ha germinado y nutrido un mundo de intensas emociones que me ha hecho y sigue haciendo muy dichoso. En fin nunca fuiste mía, ni lo pretendí, sólo agradecí y agradezco a la providencia los momentos de sincera emotividad que tu presencia, “el fantástico mundo de Irene” ha despertado y propiciado en mi exhausto y humilde corazonzito. Aún imaginándome el mejor de los sueños, jamás me figuré que la vida me regalara disfrutar algo tan hermoso como tu. A veces, pienso que no comprendes lo feliz que he sido a tu lado. ¡Eres, realmente una Psico-loca, muy especial!
Por todo eso, no puedo más que darte las gracias por lo mucho que he aprendido de ti y desearte que seas inmensamente feliz. No hay un momento en esta breve historia nuestra del que me haya arrepentido de vivirla tal como fue. Bueno, ya sabes, que ahora tienes un angelito extremeño que pide, reza y vela por ti y que ha reservado un rinconcito de su corazón para cuando decidas regresar en esta o ulteriores reencarnaciones. Ojalá no me equivoque pero intuyo que volveremos a encontrarnos en un futuro no muy lejano para vivir otra experiencia enamorada pero con mucha más sabiduría acumulada. Por mi parte estaré hospedado y esperando sereno y alegre en el refugio de la esperanza, transitando algún punto del sendero rojo y blanco de la vida con la mochila vacía y unas ganas inmensas de volver a llenarla de sentimientos y vivencias entrañables.
Un beso de corazón de tu delfín pirenaico y guía del amor.
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